miércoles, 17 de febrero de 2010

Diario de un Observador (II)

A la acción de desempeñar una función que teóricamente redunda en el beneficio de los demás, los humanos le llaman "trabajo". Es extraño, algunos trabajan para muchos, otros trabajan para ellos mismos, pero todos buscan un concepto llamado dinero. Algunos adquieren mucho de este dinero por trabajos que a priori no me parecen más importantes que otros. Ellos lo llaman "ley de la oferta y la demanda" pero no entiendo muy bien el concepto. Además una gran proporción no trabaja en lo que le gusta o en lo que tras estudiar las pautas mentales del individuo, desarrolla mejor sus capacidades. Luego he comprendido que no tienen forma de cuantificar sus mentes individuales de forma directa. Tienen algunas herramientas muy rudimentarias y poco fiables para medir estas capacidades y por lo tanto los individuos no pueden orientarse hacia su mejor oficio. Es un desperdicio asombroso para una civilización inteligente, lo que me hace sospechar que se encuentran en los albores de su civilización. El individuo se encuentra con continuas trabas que frenan su capacidad intelectual y dinamitan sus opciones.
Para terminar esta introducción en su sistema social, ese dinero les sirve para gastarlo y dar trabajo a otros individuos, un ciclo extraño que a mi parecer debe provocar continuos desajustes sociales. Y además guardan el dinero en unos sitios que se llaman bancos y que lo devoran ávidamente para darle más dinero al que no lo necesita y negárselo al que lo necesita. Muchos desequilibrios. Es innegable que un colectivo formado por individualidades que imperan sobre el bien común tiene un rendimiento energético horriblemente bajo. Les cuesta avanzar, pero aún lo hacen.
Pero tendrán que cambiar en el futuro para seguir haciéndolo. Es una ley universal que se cumple en todas las civilizaciones observadas hasta el momento, aunque ninguna ha sido observada en un estado tan primitivo. Creo que este estudio arrojará muchas luces sobre las oscuras teorías del evolucionismo galáctico.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Diario de un Observador

Mi nombre es ininteligible en cualquier idioma. No es un sonido, y quizás por eso tampoco se puede escribir. Me gustan los nombres de aquí, porque tienen un significado, una historia, una esencia más emocional que racional. Nuestros nombres están sometidos al férreo sentido de la lógica matemática. Son mas bien un patrón, una marca única. Nadie tiene un nombre igual a otro, y sin embargo aquí se repiten abundantemente. Es curioso, pero seguramente esté relacionado con su incapacidad para establecer una conexión directa entre sus esencias. El flujo de información es algo enormemente primitivo, energéticamente muy costoso. Necesitan transformar los pensamientos en códigos hablados y escritos y ni siquiera existe un código universal sino que existen transformaciones entre los diferentes códigos. A priori, no encuentro una explicación con base geográfica, étnica o social para esta diversidad de lenguajes. Tendré que estudiar más a fondo la historia de los albores de esta civilización, pero hasta eso es un trabajo ingente en este caso, porque los individuos no comparten un saber común. Todo conocimiento está diseminado, y hay multitud de parcelas sin explorar y contradicciones sin aclarar en cualquier área de estudio. Ni siquiera están seguros de su propia historia. ¿Como pueden seguir evolucionando tan rápidamente?
Me queda mucho trabajo para la misión que me ha sido encomendada. Pero empezaré mañana.Hoy llueve aquí, y en nuestro mundo hace tiempo que no llueve de forma natural. Es asombroso.
Me gusta este planeta.

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