Este fin de semana he ido a esquiar.
Después de toda una semana levantándome a la hora en la que los gallos aún tienen legañas, el sábado sabadete me levanto a las siete, como diciéndole a la vida "¿Quieres sopa?Pues toma dos tazas...". Con mi cuerpo aún preguntándose donde ha quedado el merecido descanso del sexto día, nos montamos en el coche e iniciamos el ascenso al objetivo nevado. Nos unimos como fieles borreguitos a la cola de vehículos armados con esquíes. Algunos, impacientes por ser los primeros en saborear la nieve matutina adelantan en línea continua, carretera de montaña y curvas sinuosas. Ya empiezo a cabrearme. Ya están los "tontos_tubo_escape_recortao", como decía el tío la vara...
Conseguimos aparcar y salimos al frío con más alegría que un abejarruco en primavera, compramos los forfaits (40 € cada uno) y decidimos empezar el día con un buen café y un croissant viendo la sierra. 3 euros. Abrí el croissant por la mitad e investigué un poco dentro de él pero no hallé nada. Removí el café con la cucharilla para ver si había algo en el fondo. Nada. Pues debe ser que a pesar de los 3 euros no tiene sorpresa incorporada el desayuno, no.
Tras alquilar los skies nos sumergimos en la marea humana que lucha por incrustarse en los telecabinas. Empujones, miradas, gruñidos, todo envuelto en una marea de abrigos, gorros, guantes y palos de skies...
Caminando como un GIJOE con las botas puestas, nos calzamos los skies, aguantamos otra cola para el primer remonte y listo: a bajar por la ladera. Primer tortazo de la mañana. Pero soy feliz, he de serlo con lo que me está costando el día...
A partir de aquí el día se resume en
a) Bajadas esquiando, intentando no ser atropellado por los listos que creen que están en una olimpiada, los más listos que se fuman cuatro porros entre subida y bajada y los superlistos de la muerte que les encanta jugar a esquivar gente
b) Subidas en telesilla junto a gente que no conoces y que generalmente necesita imperiosamente mandar un mensaje a alguien o llamarle para contarle lo bien que se lo está pasando, el buen día que está haciendo y la juerga que se va a correr después
c) Parada a comer donde de nuevo busqué el regalo entre la lasaña de 15 € y de tamaño reducido
d) Punto y final del día al quitarme las botas de esquiar, posiblemente el momento más placentero del universo después de la bajada del euríbor cuando te toca revisión de la hipoteca. El pie, atosigado por dos paredes fijas, se expande en todo su ser y palpita cual corazón en medio de un trasplante.
Finalmente con los ojos algo molestos, los pies doloridos, la cara como una cigala de huelva y el bolsillo tiritando y no de frío, vuelvo a casa...
Y por la mañana, cuando me levanto a duras penas, mientras mi cuerpo me grita que ya no es el de antes, me pregunto...
¿Porqué narices me gusta tanto esquiar y porqué narices subiría hoy de nuevo?