Esta vez la música sólo me empujó a escribir. La letra no tiene nada que ver con la entrada, pero el ritmo, los acordes, removieron algo que llevo tiempo deseando escribir...
Sé que me lees en la sombra, en el anonimato de tu cuarto, con la radio siempre pegada a tí, o quién sabe, quizás la apagues para escuchar la música del blog. En este caso deberías hacerlo. Porque esta vez, la entrada es tuya.
Para quien no lo sepa aún en estos lares blogueros, mi padre es profesor de E.G.B, o de E.S.O, o de yo que sé como se llama, aunque a él siempre le ha gustado que le digan que él es "maestroescuela", así, todo junto. Este año, después de más de treinta años lidiando con unas cuantas generaciones de nosotros, te jubilas a tus todavía no cumplidos sesenta tiernos añitos.
La vida me llevó por otros derroteros, otras inquietudes, y aunque tú te maravilles de que yo construya puentes, autovías o ferrocarriles, a mí me sigue llenando de orgullo que mi padre haya dedicado su vida a enseñar. Aún recuerdo aquellos dos años en los que pude disfrutar de tí en aquellas clases de historia, cuando sólo tenía once años, y los niños se arremolinaban a tu alrededor preguntando cosas y de repente te levantabas entre la multitud y con aquel estruendoso "sileeeeeeeeeeencio, voy a empezar a poner ceros ahora mismo...", los niños salían corriendo en estampida a sus pupitres mientras cogías tu libreta mágica donde apuntabas aquellas falsas amenazas de negativos y ceros. Con los años me he ido dando cuenta que en tus clases los niños no sólo aprendían, sino que también reían. Con los años, me he ido encontrando con antiguos compañeros que aún hoy en día, veinte años más tarde, me siguen preguntando por tí.
Cuando tenga tu edad y esté cercano el final de mi vida laboral tendré largas listas de proyectos y obras realizadas, habré servido a la sociedad en la medida de mis posibilidades, habré aportado mi granito de arena para que la vida sea un poco más fácil para algunos. Pero si cuando sea mayor la gente me sigue recordando como te recuerdan a tí tus alumnos aunque hayan pasado décadas sin verlos, sólo entonces estaré orgulloso de lo que he hecho.
Feliz jubilación, papá. Gracias por ser un maestro, en tu escuela y en nuestra vida.