miércoles, 15 de junio de 2011

Crónicas Suburbanas I. Saxo en el vagón

El sonido del saxofón se acopla con el de la armónica y juntas disputan una feroz contienda contra el bisbiseante murmullo del discurrir del tren sobre los raíles. Ritmos cambiantes, melodía alegre, vivaces corcheas lanzadas al aire, flotando sobre un tapiz metálico y cotidiano. Los músicos juegan a ser equilibristas con el impredecible vaivén inercial del vagón. Atentos a los frenazos antes de cada estación, a las aceleraciones tras el flujo entrante y saliente de gotas humanas que discurren como autómatas nadando entre las notas musicales, prevenidos ante los bandazos laterales, atrapados en dos direcciones posibles de movimiento fatal, contrastando con la espacialidad musical. El tiempo es el mismo para ambos. Es el campo de batalla, el tablero donde se miden las fuerzas y el juez que otorga las armas, los ritmos en este caso. El entorno, el ambiente, se enriquece, y en cada parada en el que los instrumentos y los railes agitan la bandera blanca para permitirse un descanso, hay un instante donde emerge, imperante, la monotonía.
Su reinado sólo dura unos segundos.
Todo vuelve a empezar. La batalla sigue su curso, los músicos siguen combatiendo el tedio diario, adornando con pentagramas la insulsez de los trayectos.
No he visto que nadie les de las gracias.

"Trayecto a media mañana en la línea 10 de Metro"


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