Miró la ventana. La misteriosa y maldita ventana
Y sintió miedo de lo oculto, de la incertidumbre. También sintió miedo de la quietud, de imaginarse en el estado actual eternamente, pero era soportable. Lo que había tras la ventana quizás no. Puede que si la abriera una ráfaga de luz sanadora arrasara las tinieblas de su alma, se llevara consigo segundos sempiternos de dolor y angustia que recorrían su interior envenenándolo lentamente de tristeza y soledad. Pero ¿y si la ventana escondía un temor desconocido aún mayor?¿No sería mejor acaso refugiarse en lo conocido y esperar que la ventisca helada pase por sí sola?
Al otro lado de la opaca ventana la luz reinaba indiferente a la indecisión. Pero él no lo sabía.
En ocasiones el conformismo nos impide disfrutar de los hipotéticos "¿y si?", y nos quedamos ahogándonos en nuestra propia incertidumbre esperando que algo o alguien tome la decisión por nosotros.
martes, 30 de junio de 2009
Conformismo
lunes, 29 de junio de 2009
Ambición.
viernes, 26 de junio de 2009
Jubilación II
Lo que algunos quizás no sepáis es que el hormigón depende mucho de las condiciones iniciales de su puesta en obra: si hace calor, si hace frío, si se compacta bien, si es homogéneo…Todo lo que se le haga al hormigón en su edad más temprana (3 primeros días) condiciona definitivamente sus características futuras.
Las personas, como el hormigón, vienen determinadas por unas condiciones iniciales: su genética, su lugar de nacimiento y su entorno familiar. Todo esto ya es un caldo de cultivo azaroso que va a influir definitivamente en la persona que será en el futuro.
Pero, al igual que el hormigón, es necesario aprovechar los primeros momentos de la vida para dar forma, para moldear y optimizar las características iniciales que la vida nos ha regalado. Y todo lo que se haga en la madurez es mucho más complicado de modificar, pues el hormigón ya ha endurecido y cualquier solución implica un alto coste en tiempo y dinero. No se cambia la forma de ser de una persona de 30 años de la noche a la mañana.
Los maestros sois los moldeadores de personas, y tenéis que intentar hacer un buen hormigón independientemente de las características que os den. Yo puedo elegir a mi hormigón porque les pongo unas condiciones a la fábrica y restrinjo la forma de ponerlo en obra, amamantándolo desde antes de su concepción para que llegue a buen fin.
Por eso, cuando alguien alaba mi trabajo porque lo considera muy difícil y de mucha responabilidad, yo siempre digo: “más difícil es el de mi padre que no elige la materia prima y tiene que sacar lo mejor de ella independientemente de sus condiciones iniciales”
He tenido mucha suerte en la vida; mis condiciones iniciales fueron buenas, mi disposición a aprender y a superarme es genética; pero hubiera desaprovechado estas condiciones si no hubiera tenido grandes maestros y una familia ejemplar. Me gusta la matemática por que es lo único cierto en la vida. Me gusta escribir y leer porque desordena mi ordenado mundo ingenieril y lo rota tomando otra perspectiva. Me gusta la filosofía porque me hace pensar, la historia porque me hace comprender el presente y vislumbrar el futuro. Soy una mezcolanza entre ciencias y letras, soy un alma de letras alimentada con la rueda de la ciencia
Y no puedo menos que pensar qué hubiera sido de mí sino hubiera tenido buenos maestros. Un maestro te enseña más de la vida de lo que pensamos, no sólo a leer y a sumar; también a compartir, a respetar, a escuchar, a motivarte, a superarte día a día.
Toda esta retahíla es para que comprendas que a pesar de que la vida me ha llevado a dedicarme a otros menesteres, sepas que siempre he pensado que enseñar a los demás lo que sabes para que se abran paso en la vida es la profesión más bonita del mundo. No debería ser una profesión, debería ser algo inherente al ser humano, inalienable, indivisible de él. Todo el mundo debería saber enseñar, pero sólo algunos tienen esa capacidad. Tú tienes ese don, como maestro y como padre, y lo digo desde la experiencia, porque yo he tenido la fortuna de ser alumno e hijo a la vez.
Dice el dicho que el alumno siempre supera al maestro. Yo me conformo con que el día de mi jubilación pueda reunir siquiera la mitad del cariño que has logrado cosechar entre tus compañeros y tu familia.
martes, 23 de junio de 2009
Creencias
2. No creo en un paraíso eterno ni en un infierno constante. Creo que son entelequias del ser humano que necesita un horizonte hacia el que caminar. Es más difícil andar por la vida sin creer en un premio que tener fe, a pesar de que la mayoría opine lo contrario.
3. El ser humano es competitivo y egoísta por naturaleza. No creo que podamos cambiar esto a menos que circunstancias exteriores lo obliguen, es decir, a no ser que tengamos que unir fuerzas contra un enemigo común, o que se nos abra la ventana de una nueva realidad. Y en esto podréis encontrar el porqué a muchos de mis escritos "raros", como la saga de "Supervivencia" o "Los Eternos"
4. Opino que la gente pierde demasiado el tiempo haciendo ofrendas y realizando rituales en base a sus creencias en lugar de ayudar al prójimo.
5. Cuando llegue el momento de mi muerte me entrará el miedo, estoy seguro. Pero será mi miedo, no el que otros me inculquen. Miedo a lo desconocido, miedo a la nada, pero no miedo a la justicia divina porque entiendo que si después de todo existiera un Dios me juzgará por mis actos y no por mis creencias.
6. A pesar de mis creencias, opino que la religión hoy día aún es necesaria para mucha gente. No estoy a favor de que desaparezca de forma drástica, pero me gustaría que aquellos que proclaman la verdad absoluta fueran conscientes que pueden existir otras realidades. Y me gustaría que la gente pensara en los tiempos antiguos cuando todo se regía por mitos y leyendas y ahora se mofan de su ingenuidad.
domingo, 21 de junio de 2009
Valió la pena
Valió la pena.
Valió la pena equivocarse una y mil veces en el camino porque atravesar senderos oscuros y tenebrosos finalmente desembocó en una avenida de luz.
Valió la pena maldecir el tiempo pero nunca darle la espalda, seguir hacia adelante y no perder la fe en que compartirlo todo es posible.
Valió la pena cualquier acción del pasado si me llevó hasta tí. Valió la pena con tan sólo la primera sonrisa que me dedicaste, el primer beso que nos dimos, el primer despertar junto a tí...
Valió la pena con tan sólo conocerte.
El resto, el seguir compartiendo el día a día contigo, es un regalo adicional que la vida me ha otorgado .
jueves, 18 de junio de 2009
Grandeza
viernes, 12 de junio de 2009
Supervivencia III. Despertar
martes, 9 de junio de 2009
Supervivencia II. Soledad
Se despertó bruscamente. Las sábanas en el suelo y la almohada empapada en sudor reflejaban que aquella había sido otra noche más como las que aleatoriamente le venían sucediendo desde hacía unos años; dolores de cabeza sin remedio, susurros ininteligibles rebotando dentro de él y una sensación de asfixia acuciante formaban parte de sus horas más oscuras. En esta época, el zumbido del ventilador en un intento desesperado por aplacar el horrible calor veraniego se sumaba a la lista de crispaciones internas hasta que finalmente todo cesaba de repente y se quedaba profundamente dormido, derrotado por la feroz batalla que se libraba dios sabe contra qué.
Le habían visto innumerables médicos y tras probar con todos los métodos posibles ninguno había conseguido detectarle nada, ni el más leve indicio de anomalía de funcionamiento en su cerebro. Tan sólo tras someterse a pruebas durante la fase de sueño REM y comparar las diferentes fases del sueño mediante la polisomnografía, detectaron un comportamiento extraño; una vez que se quedaba dormido, la intensa actividad cerebral de los momentos previos se frenaba de repente pasando bruscamente de las ondas Beta y Ram-Alta, a las ondas Delta, lo que significaba que por fin el cerebro se había relajado y llegaba el sueño profundo. Pero tras unos minutos algo asombroso aparecía en las mediciones: una nueva familia de ondas alfa asomaban en la actividad cerebral. Unas ondas extrañas que sincronizaban con las deltas.
Es como si dos cerebros estuvieran en paralelo unidos entre sí...
Se metió bajo la lluvia reparadora de la ducha, sintiendo cómo resbalaba por su piel el agua tibia llevándose consigo los segundos perdidos de la noche. Tras vestirse, miró su reloj y comprobó que llegaba tarde al trabajo, para variar. De un sorbo apuró el negruzco café olvidado en su taza y salió precipitadamente de su apartamento situado en la avenida principal.
Y se quedó parado en la puerta.
La ciudad estaba desierta. Su calle, siempre envuelta en el asfixiante humo de los coches, ensordecida por el ajetreo constante de las idas y venidas de los viandantes, estaba sumida en la más absoluta quietud. Aún aturdido, vió como en la acera de enfrente, salía una persona de un portal y quedaba igualmente paralizada. Decidió cruzar la calle para preguntar si sabía lo que ocurría cuando de repente la figura se desplomó en el suelo mientras emitía un lastimero quejido que resonó en el silencio de la avenida como si resquebrajara la realidad en dos. Cuando iba a empezar a correr para acudir en su ayuda, una oleada de dolor se expandió en su cerebro obligándole a hincar las rodillas en el suelo.
Con las manos a ambos lados de la cabeza intentando frenar la sensación de explosión dentro de él, desgarró el tiempo con un escalofriante grito mientras una honda sensación de soledad vaciaba su interior...