viernes, 27 de febrero de 2009

Ciclos

Hoy es viernes. Empieza el fin de semana. El lunes empezará otra nueva. El 21 de Marzo empieza la primavera (más o menos). A las 7 y media de la mañana empieza el día, que acaba sobre las 7 y media de la tarde, y empieza la noche. El 31 de Diciembre acabará el año y empezará uno nuevo, que a la vez será el último (o el primero???) de una década nueva, de un lustro nuevo.
Mis amigas las hormigas empiezan a asomar tímidamente. El campo con tanta lluvia se ha tornado verde, algo difícil de ver pos estos lares, y en verano retornará a su marrón amarillento.
Ayer reí y quizás mañana toque llorar. Después de muchos años de bonanza económica, estamos sumergidos en crisis. El gasoil está a 0,838 cuando en junio estaba a 1,251. Acaban de recoger la aceituna, y ahora toca la poda.
Nos movemos en ciclos, continuos, vamos saltando de uno en otro. Así no nos da tiempo a pensar, o al menos sólo pensamos hasta el ciclo siguiente. Como asoma la primavera ya pensamos en el veranito, como estamos en crisis intentamos vislumbrar cuando se acaba...
Si todo fuera continuo, si el comienzo y el fin de todo estuvieran tan lejos que en medio del camino no se viera ni uno ni otro, la angustia, la desazón y la inmensidad nos impedirían seguir caminando...

martes, 24 de febrero de 2009

Ensañamiento

He escuchado en la radio y luego leído en la prensa que un jurado popular ha absuelto a un individuo que asestó 57 puñaladas a una pareja de homosexuales que según el acusado "pretendían violarle".
Lo ha absuelto porque entiende que fue en defensa propia y que no hubo ensañamiento.
Según la RAE:

Ensañamiento: "Circunstancia agravante de la responsabilidad criminal, que consiste en aumentar inhumanamente y de forma deliberada el sufrimiento de la víctima, causándole padecimientos innecesarios para la comisión del delito."

Defensa propia es discutible. Pero, ¿no hubo ensañamiento? Es decir, ¿se necesitaron 22 y 35 puñaladas para matar a dos tíos, algunas puñaladas ya por la espalda?
Eso sí, lo han condenado por el incendio que provocó después a la vivienda para borrar huellas.
Ya no sabe uno lo que es peor, si dejar al juez sólo o acompañado...

lunes, 23 de febrero de 2009

Lo que pudo haber sido


Mi madre dice que me tiré unos cuantos días correteando por el salón y escondiéndome debajo de la mesa gritando "Que se sienten coño! Pum pum!". Tenía 3 añitos y cuatro meses.
En realidad hoy en día no me acuerdo. Pero imagino el miedo de entonces. Porque no hay mayor temor que la incertidumbre, y más cuando lo que presientes es un futuro parecido a los aciagos y oscuros días del pasado.

Imagino la tensión en las calles de Valencia, el temor en Madrid, la preocupación de los que esperaban días de libertad...

En ocasiones me canso de las batallas sin sentido de nuestros políticos de hoy, del rifi-rafe diario del "y tu más" que crispa a unos y harta a otros. Me canso de los sinvergüenzas que se han acogido a la democracia para hacer su virreinato particular de riquezas a base de estafas. En todos los bandos. De todos los colores.

Y sin embargo, en días como hoy que echo la vista hacia atrás pienso que peor pudo haber sido...

jueves, 19 de febrero de 2009

Melodía

Viste ropas gastadas, raídas, mirada fija en su violín, pelo grisáceo, bigote espeso, descuidado.
Está sentado en el escalón de entrada a un supermercado, en la esquina, como no queriendo molestar a la vez que busca los rayos de sol que durante semanas han estado ocultos. La melodía inunda la calle tras salir de las cuerdas de su violín, frotadas con el arco que parece parte de su mano.
La gente mira de lejos buscando el origen de la melodía, lo encuentra, lo observa, pero agachan la cabeza al pasar al lado. ¿Agachamos la cabeza porque nos avergonzamos de nuestro bienestar cuando otros lo pasan mal? ¿Agachamos la cabeza porque no soportaríamos su mirada de súplica, inquisitiva?
A sus pies, la caja del violín, abierta. Cuatro monedas perdidas en ella, inconexas entre sí, testigos del vacío de la piedad, de lo inmenso de la soledad.
La gente entra y sale del supermercado, lo mira, agacha la cabeza. Él sigue tocando, concentrado en su melodía, como si fuera la última tabla de realidad a la que aferrarse, moviendo el brazo derecho hacia adelante y atrás, arriba abajo, combinando los movimientos. No existen los demás, no existe la ciudad, ni los coches, ni el supermercado. Sólo él y su violín, y sus ropas gastadas, y su pelo grisáceo y su bigote espeso...
Mientras camino hacia la melodía pienso en la crisis, en nuestros problemas diarios, en el euríbor, en cómo nos asfixiamos en una vorágine de vanalidades de la que a pesar de ser en ocasiones conscientes, no podemos salir porque hemos entrado en el juego sin retorno de una sociedad que nos lleva en volandas... mientras camino hacia él pienso que me gustaría tocar el violín, o el piano, o algo con lo que poder expresarme.
Al menos me queda la palabra.
Y al pasar junto a él agacho la cabeza, como los demás, mirando fijamente las cuatro monedas. Y siento vergüenza.
Hoy hace una semana y aún la siento.

lunes, 16 de febrero de 2009

El placer de sufrir

Este fin de semana he ido a esquiar.
Después de toda una semana levantándome a la hora en la que los gallos aún tienen legañas, el sábado sabadete me levanto a las siete, como diciéndole a la vida "¿Quieres sopa?Pues toma dos tazas...". Con mi cuerpo aún preguntándose donde ha quedado el merecido descanso del sexto día, nos montamos en el coche e iniciamos el ascenso al objetivo nevado. Nos unimos como fieles borreguitos a la cola de vehículos armados con esquíes. Algunos, impacientes por ser los primeros en saborear la nieve matutina adelantan en línea continua, carretera de montaña y curvas sinuosas. Ya empiezo a cabrearme. Ya están los "tontos_tubo_escape_recortao", como decía el tío la vara...
Conseguimos aparcar y salimos al frío con más alegría que un abejarruco en primavera, compramos los forfaits (40 € cada uno) y decidimos empezar el día con un buen café y un croissant viendo la sierra. 3 euros. Abrí el croissant por la mitad e investigué un poco dentro de él pero no hallé nada. Removí el café con la cucharilla para ver si había algo en el fondo. Nada. Pues debe ser que a pesar de los 3 euros no tiene sorpresa incorporada el desayuno, no.
Tras alquilar los skies nos sumergimos en la marea humana que lucha por incrustarse en los telecabinas. Empujones, miradas, gruñidos, todo envuelto en una marea de abrigos, gorros, guantes y palos de skies...
Caminando como un GIJOE con las botas puestas, nos calzamos los skies, aguantamos otra cola para el primer remonte y listo: a bajar por la ladera. Primer tortazo de la mañana. Pero soy feliz, he de serlo con lo que me está costando el día...
A partir de aquí el día se resume en
a) Bajadas esquiando, intentando no ser atropellado por los listos que creen que están en una olimpiada, los más listos que se fuman cuatro porros entre subida y bajada y los superlistos de la muerte que les encanta jugar a esquivar gente
b) Subidas en telesilla junto a gente que no conoces y que generalmente necesita imperiosamente mandar un mensaje a alguien o llamarle para contarle lo bien que se lo está pasando, el buen día que está haciendo y la juerga que se va a correr después
c) Parada a comer donde de nuevo busqué el regalo entre la lasaña de 15 € y de tamaño reducido
d) Punto y final del día al quitarme las botas de esquiar, posiblemente el momento más placentero del universo después de la bajada del euríbor cuando te toca revisión de la hipoteca. El pie, atosigado por dos paredes fijas, se expande en todo su ser y palpita cual corazón en medio de un trasplante.
Finalmente con los ojos algo molestos, los pies doloridos, la cara como una cigala de huelva y el bolsillo tiritando y no de frío, vuelvo a casa...
Y por la mañana, cuando me levanto a duras penas, mientras mi cuerpo me grita que ya no es el de antes, me pregunto...
¿Porqué narices me gusta tanto esquiar y porqué narices subiría hoy de nuevo?

jueves, 12 de febrero de 2009

Conciencia Colectiva

"Salieron del agujero, a la luz. Por fin.
Llevaba mucho tiempo lloviendo, sin poder salir, menos mal que habían guardado comida de sobra. Rápidamente se encaminaron en fila hacia un objetivo común. No sabían cuál, pero todas seguían el mismo camino, topándose entre ellas y transmitiendo la información necesaria para seguir avanzando. De repente, todo se volvió frenético, caótico, se abandonó el plan inicial y la información que llegaba se tornó confusa, contradictoria, unas avanzaban, las otras retrocedían...finalmente todas retrocedieron y volvieron a su agujero a la espera de que pasara el peligro...
El chico se inclinó y observó divertido como la última de las hormigas se metía en su hormiguero, después de haber irrumpido su fila sin querer...Eran unos seres curiosos, colectivamente ordenados..."
Trabajan en previsión de futuro, codo con codo, sin egoísmo... mediante sus antenitas se pasan la información unas a otras y forman senderos sinuosos y negruzcos en pos de su alimento. Todas saben donde llegar, todas saben donde volver, todas conectadas entre sí...
A veces, acomodados en nuestro eterno pedestal de seres superiores al resto, nos olvidamos de que podríamos ser mejores si copiásemos a la naturaleza, o al menos aprendiésemos algo de ella...

viernes, 6 de febrero de 2009

Destino






El post de Huir del Destino que he leido hace poco me ha hecho pensar (y eso para un viernes por la tarde ya está bien). Al principio creía que había dos corrientes: los que creen en un destino férreo e inevitable y contra el que nada puedes hacer y los que abogan por el libre albedrío, por un incesante cambio del futuro.


Luego ví pequeños caminos entre ambos. Y por aquí ando aún. Siempre he rechazado la idea de un destino del que no puedes escapar pero tampoco me cuadraba la idea del todo es posible.


Pienso que ya por nacer en un lugar y tiempo determinados tienes limitadas tus posibilidades. Nunca imposibles, pero menos probables. Pero vamos fraguando nuestro camino. Tomamos decisiones que nos marcan rutas posibles a la vez que se apagan otras. Conforme vamos tomando decisiones se vuelven a encender otros caminos que ántes se habían oscurecido, se vuelven a oscurecer caminos iluminados... A veces llegamos a habitaciones iluminadas, grandes, donde se está cómodo, pero nuestra curiosidad por saber si habrá otra habitación más grande y más iluminada nos empuja a seguir caminando. Otras tantas llegamos a cavernas oscuras, frías y de las que queremos salir rápido pero no sabemos cómo porque no vemos salida, todos los caminos nos parecen tenebrosos y alejados de la luz... En ocasiones nos quedamos sentados en estas cavernas quietos, sollozando, hasta que decidimos movernos, hasta que escuchamos otras voces que nos llaman desde lejos y nos ayudan...


Pero siempre es hacia adelante. Una vez cruzada una puerta, cogido un camino, no podemos volver atrás y si nos arrepentimos de dejar el camino anterior podemos volver a él, pero no por donde hemos venido, tendremos que esperar a que se nos cruce de nuevo.


Por eso una vez tomada una decisión, nos equivoquemos o no, lo mejor no es esperar junto a la puerta a ver si se abre de nuevo, lo mejor es seguir caminando para ver si hay otro camino mejor...


miércoles, 4 de febrero de 2009

Un nuevo héroe

Ha nacido un nuevo héroe. Ésta es la tercera entrega de la saga pero con la que más me he identificado: ¡Ya esta bien de soportar a los prendas que necesitan demostrar no se qué infestando de ruido a los demás, con sus tubos de escape a todo trapo, o con el chunda chunda que hace retumbar media calle!

Por el respeto a los demás, un hurra por el tío la vara!


domingo, 1 de febrero de 2009

Anonimato


La mayoría de la gente que vive en una ciudad media y visita la capital o alguna otra gran ciudad, vuelve generalmente con la idea de que no podría vivir allí, con la sensación asfixiante de una muchedumbre que se mueve a un ritmo vertiginoso por las arterias y venas de la ciudad, como si ésta les bombeara a través de las rutas que nosostros mismos hemos creado.

Este fin de semana hemos estado en Madrid, y siempre que voy le encuentro cierto encanto. Al menos a la parte en la que la identidad de la ciudad te absorbe y te permite viajar a través de ella amparado en la muchedumbre. Me gusta el Metro. Nos iguala. Todo el mundo viaja en metro. Y a lo mejor por eso nadie se sorprende de la vestimenta o el peinado de la persona de al lado, ni le mira de arriba abajo por ser negro, chino, hippie, heavy, friki o simplemente normal. Estoy seguro que iría con un zapato de cada color y nadie me miraría extrañado. Esa sensación de no importarle al resto del mundo me encanta, y a la vez creo que al resto de la gente le retrae, le da sensación de soledad, de frío social. Quizás es que estemos acostumbrados a que todo el mundo opine de todo el mundo y lo juzgue, que incluso nos "ofende" que no lo hagan. Y es que nos aterra lo distinto.

A mí me aterra lo igual, lo producido en serie, y aquellos que pretenden que todo sea encasillado, catalogado, etiquetado. El Patito Feo no tiene cabida en su mundo. Me dan escalofríos aquellos que proclaman la superioridad de su raza, de sus ideas políticas, religiosas, culturales o sus tendencias sexuales por encima de la de los demás. También me dan un poco de pena, he de decirlo. ¿Acaso querrían vivir en un mundo donde sólo comieran un tipo de comidad, bebieran un tipo de bebida, siempre vistieran igual y leyeran el mismo libro una y otra vez? Que horror, que desperdicio para nuestra mente, tan llena de posibilidades.

Me gustan las grandes ciudades. Me gusta el metro de las grandes ciudades. Al menos me siento y conservo mi anonimato, nadie me mira de soslayo si estoy mal peinado, tengo ojeras o visto diferente a la media. Nadie me mira porque lea. Nadie me juzga. O al menos, yo no lo siento...

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