sábado, 29 de agosto de 2009

Venecia


Llegar a Venecia por mar, rodeándola en una panorámica inigualable, te permite fotografiar la ciudad desde un ángulo superior, captando la belleza de lo diferente. Sus calles son azules verdosas, y no están llenas de coches y semáforos sino de góndolas y remeros, de camisas a rayas y sombreros, de un bullicio alegre y desenfadado en contraste con el humo asfixiante y el rugido ensordecedor de los vehículos de las ciudades. Los puentes, necesarios para conectar los pequeños reductos de tierra, salpican la ciudad intermitentemente.

Nacida en el siglo V como refugio para los habitantes de la región ante las invasiones longobardas y hunas, Venecia ha tenido su propia historia de cénit y ocaso, algo habitual en las importantes ciaudades europeas. Amparados en la protección que le otorgaba la marisma del Po, los primeros venecianos, a salvo de ataques de infantería y caballería, crecieron bajo el dominio del Imperio Bizantino pero sin someterse a él, de forma que a finales del primer milenio obtuvo su independencia y comenzó a expandirse por el Adriático gracias a su riqueza proveniente del comercio con oriente. Pero la toma de Constantinopla por el Imperio Otomano en 1453 marcó el principio del fin, ya que desde este momento la vida de la floreciente Venecia se vería constantemente amenazada por la expansión turca, y la apertura de nuevas rutas comerciales con América tras el viaje de Colón, comenzaron a hacer mella en su economía. Durante tres siglos, la rebelde ciudad de los canales centró sus esfuerzos en mantener su independencia. Estos esfuerzos terminaron a finales del siglo XVIII con la invasión de las tropas napoleónicas. Más tarde pasaría a formar parte de Italia.

Ahora caminamos por sus callejuelas laberínticas, perdiéndonos en el pasado del barrio judío, admirando sus fachadas deterioradas por el tiempo, los escaparates repletos de máscaras carnavalescas, flotando entre la marea turística y, de vez en cuando, escapando de ella por alguna callejuela perpendicular a la muchedumbre, para poder respirar el aire impregnado de una historia distinta a lo habitual.

Desde el puente Rialto se domina el Gran Canal. Este puente, construído entre 1588 y 1591 fue considerado una obra de ingeniería novedosa en la época, tanto, que algunos se atrevieron a pronosticar su pronto hudimiento. Más de cuatrocientos años le contemplan. Por la noche, cuando la luna ya ha marcado el fin de una jornada frenética de turistas, el puente nos ofrece una singular vista de las terrazas laterales iluminadas y el escaso tráfico de barcas y lanchas, contrastando con el enjambre agitado del día.
Pasear por la Venecia nocturna te transporta a otro mundo, donde el silencio impera sobre el ruído de la vida moderna de otras ciudades, donde una lucha taciturna pero constante entre la tierra y el agua nos hace maravillarnos ante el ingenio humano para asentarse sobre un espacio que no es el suyo. Las mismas calles que recorrimos cuando el sol las iluminaba son totalmente distintas bajo el cielo estrellado, abandonadas por sus visitantes, esperando la luz del nuevo día que las hagan sonreir de satisfacción ante las miradas fascinadas de los transeúntes.
En la Plaza San Marcos, miramos al suelo sabiendo que en ocasiones, el agua lo inunda temporalmente, reclamando un espacio que es suyo, y retirándose después para hacer saber que nos lo presta, que estamos ahí porque el mar nos lo permite y no porque se lo hayamos impuesto. Música de violines inunda la plaza, acompañándonos con sus notas hasta que nos volvemos a perder por las callejuelas anexas, para volver a embriagarnos de la magia de la noche veneciana.
Venecia tiene un secreto.
Nos cautiva por ser diferente.
Y entonces me pregunto porqué muchos no aceptan al diferente, al que no es como su grupo, como su raza, como su religión, como su nacionalidad, como su partido político.
Deberían visitar Venecia y pensar.




miércoles, 26 de agosto de 2009

Todas las mañanas del mundo...



Todas las mañanas del mundo, con sus amaneceres de esperanza y renovación, no bastarían para borrar tu recuerdo si no estuvieras junto a mí.

Todas las mañanas de lo que queda por vivir serían grises, sin brillo ni relieve; serían como una explosión de color para un ciego, como el ruido de un trueno para un sordo, como una tabla de salvación para aquel que ya ha decidido ahogarse en el mar de la desesperanza.

Todas las mañanas del futuro no podrían traer de vuelta mi alma, prisionera entonces de la tristeza y el dolor.

Todas las mañanas de risas y sol entrando por la ventana quedarían olvidadas para siempre en el fondo del baúl de un pasado irrepetible, de un baúl con candados eternos, con llaves jamás fabricadas.

Sin tí, todas las mañanas del mundo no serían suficientes para resucitar mi maltrecho corazón.

Sin tí, todas las mañanas del mundo serían el continuo principio del ocaso.




lunes, 24 de agosto de 2009

Centenario

Centenario de entradas, se entiende, que uno ya no es un niño pero tampoco hay que pasarse.
No sé si será una buena idea, pero quería celebrar esta entrada número 100 con una sorpresa especial. Hace tiempo que llevo dando vueltas en esta cabeza caótica a adentrarme en una aventura sin meta fija, como la carrera de la entrada anterior.
Como sabéis los que me seguís hace poco empecé una serie de entradas tituladas Crónicas del Futuro. He pensado en crear un blog aparte para estas entradas, porque será más fácil seguirlas de esa manera y de esta forma no se mezclarán con los pensamientos caóticos de la torre, ya que las Crónicas es un Diario, y por lo tanto, algo ordenado aunque sea de forma lineal.
Así, a partir de hoy podéis entrar en un nuevo blog, Crónicas del Futuro, que empieza con las tres entradas que ya conocéis pero que no sé cómo seguirá, ya que no tengo una línea clara de acción.
A lo mejor dura unas cuantas entradas más y me quedo sin ideas, pero siempre creo que las cosas hay que intentarlas, espero que entre todos me ayudéis en este nuevo proyecto.
Como regalo, en el nuevo blog encontraréis el 4º día de las Crónicas.
Un abrazo a todos!

sábado, 22 de agosto de 2009

Correr


Cuando somos pequeños nos enseñan a andar. Queremos dar los primeros pasos con fuerza y con determinación, pero vacilamos, caemos, tropezamos, y nos levantamos con energía e ilusión.
De pequeños no queremos crecer, queremos seguir siendo niños, jugar siempre para jamás adentrarnos en ese mundo de adultos de reglas extrañas. Pero inevitablemente crecemos, y entramos en el nuevo juego, aquel de reglas extrañas, aquel de leyes a veces ilógicas. Y ahora ya no se trata sólo de jugar. Hay que ganar. Ya no vale titubear al andar, hay que correr, avanzar y en esa carrera loca a veces olvidamos mirar atrás o a los lados porque no tenemos tiempo, la meta está allá, a lo lejos, aunque nunca la veamos...
Pero quizás sea mejor descansar de vez en cuando en uno de los laterales del camino, viendo lo absurdo de esta carrera desenfrenada. ¿No será buena idea preguntar a aquellos que ya han corrido mucho? Ellos siguen sin ver la meta, pienso yo.
A veces miro hacia atrás y siento nostalgia de la simpleza de las leyes de la infancia, a veces veo la gente pasar en una carrera loca, dándose codazos y empujones.
Y al correr, las caídas son más duras, y cuesta más levantarse.


jueves, 20 de agosto de 2009

Horror


Una ráfaga de aire gélido petrificó su rostro, dejando, para siempre, aquella imagen congelada en su memoria, mientras una multitud de almas quedaban carbonizadas en una fracción de segundo, mientras millones de seres, algunos aún por nacer, quedaban condenados a sufrir las consecuencias de la capacidad del ser humano para destruir.
Nunca supo de donde surgió ese huracán helado en el interior de una cabina presurizada, irónica contradicción del fuego infernal que acababa de desatar.Pero el caso es que aquella imagen, aquel gigantesco hongo maldito, aquel paradigma del horror, aquel holocausto infinito que sesgó el destino de tantas vidas, lo perseguiría para siempre acompañado del eco desgarrador de una muerte colectiva...
El Enola Gay se alejó de Hiroshima dejando tras de sí la estela de lo incomprensible...


martes, 18 de agosto de 2009

La ironía de la prevención

El jueves hará un año que descansábamos en un Bed and Breakfast, en Irlanda. No sé que me impulsó a poner el teletexto porque no es algo que use habitualmente, pero allí, en grandes letras teñidas de sangre, anunciaba que un accidente aéreo en Madrid habían muerto 154 personas. No nos lo creíamos; mientras recorríamos rodeados de un verdor infinito la belleza incomparable del anillo de Kerry, una serie de errores en cadena convertía en un infierno terrenal los últimos segundos de más de un centenar de personas.
Ayer salió a la luz el informe que confirma la falta de previsión de la sociedad actual. Una serie de errores, algunos técnicos, otros humanos, sí. Pero lo más asombroso es que este accidente sea calco del acaecido en Detroit en 1988, veinte años antes, mismo número de muertos y que ahora empiecen a mirar hacia atrás y sospechen que causas similares estén detrás de casi 50 accidentes aéreos desde 1968.
A simple vista, sin sumergirse bajo la ola como expliqué en la entrada anterior, la sociedad en la que vivimos está repleta de actitudes y medidas preventivas; los estrictos controles en los aeropuertos, las etiquetas de los productos alimenticios, los juguetes para niños, los informativos alertándonos de olas de calor... Pero basta rascar un poco para darse cuenta de que hace falta estrellarse varias veces contra el muro para que pongan un cartel que rece "Cuidado, muro". Revisar la normativa marítima sólo se le ocurrió a alguien cuando el Prestige vomitó su ponzoñosa carga en nuestras queridas rías gallegas, o cuando el Tireless reposaba cerca de nuestras idílicas playas gaditanas, con el peligro de que nos quedáramos sin chipirones, sin "cañaíllas", sin camarones y sin costa a la que asomarnos.
Ayer también ví que hace veinte años Unicef ayudaba a las poblaciones desfavorecidas de la India ejecutando pozos para el abastecimiento de agua. Hoy día se ha descubierto la presencia de arsénico en las aguas subterráneas, lo que ha estado provocando la contaminación de la población durante dos décadas. No entiendo del tema pero imagino que los análisis previos de la calidad de las aguas pueden detectar este elemento, de lo contrario ¿que estamos bebiendo?.
Tuvieron que detectarse alergias a los tejidos de ciertos productos importados para ver que se estaban comercializando con ropa y juguetes que no tienen los controles de calidad que exige la Unión Europea, ha tenido que venir una pandemia como la gripe A para ver que muchos países no han aprendido nada desde las vacas locas, la lengua azul o la gripe aviar. Y otros paises quizás quieran aprender pero no pueden porque las vacunas y las soluciones están en manos de los poderosos. Y ha tenido que llegar una crisis económica para enseñarnos que el modelo económico de la sociedad actual es también como una ola, que cuanto más grande es la cresta, más succiona al retirarse. Y tuvieron que explotar, no una, sino dos bombas nucleares en Hiroshima y Nagasaki para descubrir de lo que el hombre es capaz, y tuvo que reventar Chernobil para darnos cuenta de que las medidas de seguridad referentes a centrales nucleares en algunos países eran más bien precarias, y tuvieron que contaminarse agua y suelo en Aznalcóllar para que todos se pusieran a establecer protocolos de control ambiental más serios, y se tuvo que parar la construcción de El Algarrobico en Almería cuando ya levantaba unos cuantos metros del suelo, como si fuera un champiñón oculto en el bosque que nadie hubiera visto hasta entonces, y han tenido que juntarse muchos, muchos fraudes urbanísticos para caer en la cuenta de que durante años, los más listos han sido los más chorizos, y han tenido que morir miles de personas por causa del tabaco para que finalmente muchos gobiernos asuman que lo que durante décadas han estado promoviendo, era en realidad un camino probable hacia el cáncer.
Y más recientemente, ha tenido que morir un bebé en un hospital para que se dieran cuenta del desorden organizativo existente cuando se pretende recortar presupuesto sometiendo a los profesionales a excesos de trabajo o de responsabilidades.
Viendo este panorama, en el que luego nos intentan vender que "se toman medidas", y todos se congratulan por la forma de reaccionar ante las adversidades sin tener en cuenta la ruina personal, medioambiental, económica o social que ha sido necesaria para tomar esas medidas, permitidme que hoy sea muy muy pesismista ante la capacidad del ser humano para adelantarnos al futuro, para frenar la desigualdad entre países ricos y pobres, para invertir el ritmo de contaminación de nuestro planeta, para gestionar pandemias, impedir guerras, proteger especies...
Quizás cuando sucedan grandes catástrofes en un futuro se vuelvan a tomar medidas y se solucionen problemas. Lo que no estoy seguro es si, como para estas 154 personas, la falta de prevención no será nuestra tumba..

domingo, 16 de agosto de 2009

Zambullida

Mi infancia y adolescencia transcurrieron entre las olas del mar, entre el olor a sal de la costa, el poniente y el levante, las palmeras y los espigones, las calas y las ensenadas. La vida luego me arrastró al interior alejado de una humedad que no me beneficiaba y de un mar que no he dejado de añorar.
Volver en verano los suficientes días como para pillar un día de viento con grandes olas es algo que no ocurría desde hacía varios años, pero esta vez he vuelto a recordar una de mis sensaciones preferidas de antaño; el de dejarme arrastrar por las olas, intentando dominarlas, sin tabla de surf, sin neoprenos. Tan sólo la ola y yo. Con la paciencia necesaria para escoger la adecuada, dejando pasar las que rompen demasiado pronto, sumergiéndote bajo ellas, o las que rompen demsiado tarde, dejándote llevar por su periódico vaivén y mirando en el horizonte a ver si llega otra mejor. Y una vez que observas la ola perfecta, la que se eleva al acercarse mostrando su fuerza, la que previamente te arrastra hacia ella con una fuerza descomunal, comienzas a nadar hacia la orilla con fuerza para dejar que te pille en su momento álgido y en el momento preciso te lanzas en su misma dirección, confundiéndote en un torbellino de agua, espuma, arena y sabor a sal y llegando hasta la orilla como si de un despojo marino se tratase.
Cuando me sumerjo bajo una enorme ola para buscar otra más propicia siempre noto el contraste entre la quietud del fondo y la agitación de la superficie, entre la calma del lecho marino y el infierno salino del mar encrespado. Y en cierto modo siempre me asalta la sensación de que me encuentro ante una metáfora, ante un guiño a la realidad, donde lo aparente no siempre es lo que se ve a primera vista y si nos molestamos en zambullirnos algo más en lo que nos rodea quizás descubramos que el mundo no es siempre como creemos.

domingo, 9 de agosto de 2009

Antes de que cuente diez...

Has vuelto, lo he leído en Cristalia. No sé que tiene el ritmo de tu música que me impulsa a escribir, me obliga a recordar el pasado, me hace disfrutar del presente y me hace sonreir al futuro.

Aún recuerdo aquel verano de 1998 cuando en un concierto de Extremoduro saliste a presentar tu primer disco, A puerta cerrada, lanzando tu primer disco de una nueva etapa tras una larga trayectoria en Platero y Tu. Habías cerrado un círculo, como diría el Capitán Clostridium, y empezaste uno nuevo, aún abierto. Me sacudió la sencillez cautivadora de "Rojitas las orejas", la fuerza de "Mirando al cielo" o la metáfora continua de "Trozos de cristal". Entonces fui a tu primer concierto y no había más de cien personas.

Desde entonces has dado vida a Los sueños locos, aquellos que a veces no mencionamos por miedo a que no se cunplan jamás, y no defraudaste.Luego marcaste distancia en "Lo más lejos, a tu lado" , irrumpiendo con fuerza tras dos años de aquellos sueños locos y diste un nuevo giro en "Por la boca vive el pez".

Ahora vuelves con "Antes de que cuente diez". Y de nuevo sé, que este invierno tendré concierto. Porque tus letras incitan a reflexionar a la par que a gritar, a bailar a la par que a meditar, y es en esa aparante contradicción donde me siento agusto, porque quiero seguir coleccionando frases de tus canciones como "No siempre lo urgente es lo importante" o "Entre los extremos hay mucho más espacio".

Y en mi recuerdo siempre esa carátula negra de tu primer disco, cuando todo nació de las canciones inconclusas tocadas por unos amigos sin otro motivo que pasarlo bien. Seguro que no pensabas en llenar estadios. Por eso has crecido, porque "pasito a pasito has guardado el equilibrio".

Nos vemos en el concierto Fito.

Última respuesta

"¿Quieres morir?"
La frase retumbó en su cabeza con el eco de mil cañones disparados al unísono. Aquella oscura y escalofriante figura de sombría estampa y tenebrosa voz se le acercó tanto que pudo percibir su aliento fétido y maloliente, apestando a millones de almas podridas. "Los sueños no huelen", pensó. Y entonces comenzó a temblar ante la certeza de que el sueño era realidad, de que la pregunta no era retórica, de que la guadaña no era un símbolo orínico...y decidió que no, que no quería morir y lo gritó tan vehementemente que por un instante el universo pareció congelarse en un eterno y decisivo segundo...
Pero la figura rió, y descongeló el tiempo...
Demasiado tarde...

jueves, 6 de agosto de 2009

Interludio

A veces es necesario sentarse en el camino y observar porque en nuestro continuo y desenfrenado ritmo de vida vemos las cosas pasar a tal velocidad que no sabemos apreciar su esencia.
Por eso ahora, de vacaciones y con una conexión intermitente, prefiero dejar reposar el blog que escribir con prisas.
La Torre queda en calma y echa los postigos algunos días para que el sol veraniego no deteriore los legajos que quedan por leer.
Un abrazo a todos, en breve volveremos.

sábado, 1 de agosto de 2009

The Boss


Sólo el Jefe se atreve a dar un concierto de tres horas seguidas bajo el calor sevillano sin parar de correr y saltar por el escenario. Admito que nunca he sido un gran fan de Bruce, aunque tengo algunas de sus canciones entre mis preferidas, más por desconocimiento de sus trabajos que porque no me gustaran. Pero, como dice mi mujer, es una verdadera banda de Rock. Sin matices. Un jefe puede ser jefe de muchas formas, pero sólo consiguiendo el respeto de los suyos será un verdadero jefe. No se hace un jefe por linaje, por miedo o por imposición. Se hace desde la humildad y el saber valorar el esfuerzo y el trabajo de la gente que te sustenta como jefe.
Bruce comenzó tocando "Sevilla tiene un color especial" con el acordeón, y así se ganó al público desde el primer minuto. Tres horas de música hicieron temblar el cielo de Sevilla, orgulloso de que una de sus estrellas hubiera bajado a la Tierra a rociarnos con su esencia. Y nos olvidamos de los cuarenta grados del día para refugiarnos en los mil grados de la noche. Un gesto tan simple como coger a un niño en brazos y pedirle algo de la bolsa que estaba comiendo terminó de rendir a su público, porque un Jefe tiene que llegar dentro de tí, tiene que ser real, tiene que ser humano y no acabar endiosándose y mirar desde arriba al público que lo ha creado. Por eso Bruce bajaba constantemente a sentir el calor de la gente, los animaba, los saludaba, recogía sus pancartas y los jaleaba continuamente para que nada enfriara esta ya de por sí calurosa noche veraniega.
Al salir del concierto caminamos por la Avenida Torneo, al frescor del Guadalquivir, imaginando los ajetreos comerciales del glorioso siglo XVI para perdernos definitivamente por el barrio de Santa Cruz. Sevilla tiene un color especial. Pero además esa noche del 28 de Julio Sevilla brilló con luz propia, porque una estrella inmensa bajó a inundarla de magia.

ETA DÉJANOS EN PAZ


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