A finales de aquel septiembre fatídico, sentado en aquel espigón, lejos de las luces de la ciudad y del bullicio anónimo del gentío, dejó que la humedad le calara hasta los huesos. Miraba hacia el horizonte, como si pudiera despegar de la roca en la que se apoyaba, eternamente mojada en sal, y cruzar aquel misterioso mar para empezar de nuevo.El sol cumplió su ciclo y lamió las montañas del oeste. La brisa dejó de ser fresca para tornarse gélida. Pero Arturo no lo notaba. Ni siquiera sentía resbalar las lágrimas por su mejilla. Tan sólo una sensación de ausencia llenaba su corazón.
A la edad que todos los muchachos lloraban su primer amor, Arturo supo lo que era perder a una madre
11 comentarios:
Debería estar prohibido perder a los padres hasta ser capaz de encajarlo...
El primer amor es hacia la madre
Uff, supongo que el vacío será infinito, al fin y al cabo también es el vínculo primigenio que nos ata a la tierra... creo que nunca estará un@ preparado para perder a una madre, aunque pasen los años.
besos
Lo digo sin reparo alguno, me has emocionado quillo.
El escenario que describes tiene profundidad y movimiento, y quien mira el horizonte parece que es mero observador de tal sinfonía, pero el final es de tal impacto que resquebraja aquel paisaje como un cristal en mil pedazos, es la fuerza contenida en ese silencio, en ese corazón vacío y lleno a su vez de su recuerdo.
Muy bueno Yandros, un abrazo
Lo que pienso sobre el micro ya lo sabes, así que en este comentario sólo te dejaré un beso, por aquello de no repetirme demasiado jajajajjaja
Un beso angelical ;)
Dura e implacable ley de vida.
Al menos y como nimio consuelo de lo inevitable, nadie debería perder a sus padres hasta haber tenido hijos.
La gente que ha tenido la desgracia de pasar por algo así, crece de golpe, y pierde tantas cosas que otros disfrutamos,a esa gente la valoro muchísimo, porqué han aprendido a ser hombres y mujeres valientes sin contar con el apoyo que muchas veces nos mantiene. Estás cosas siempre me hacen volverme a dar las gracias a mis padres.
Opino igual que X. Por desgracia la vida es muy dura, y siempre puede serlo más. Ojalá todos, todos, todos, murieramos de viejos... la pena es que sabemos que eso es imposible...
Un abrazo.
La muerte prematura es triste, pero también lo es la muerte tardía, envuelta en decrepitud e indignidad. El ideal - para mí - sería la muerte oportuna, la mors tempestiva de los estoicos.
¿Sabes? ahora que ya nadie pasea por esta entrada.
Hay incluso formas peores de perder a una madre, Eso sí, siempre duele amigo... pero al final, lo que no te mata, te hace más fuerte.
Preciosas tus letras.
Y después se secó las lágrimas, se levantó, juró llorarle el resto de sus días... y se sacudió la pena para siempre.
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