La mayoría de la gente que vive en una ciudad media y visita la capital o alguna otra gran ciudad, vuelve generalmente con la idea de que no podría vivir allí, con la sensación asfixiante de una muchedumbre que se mueve a un ritmo vertiginoso por las arterias y venas de la ciudad, como si ésta les bombeara a través de las rutas que nosostros mismos hemos creado.
Este fin de semana hemos estado en Madrid, y siempre que voy le encuentro cierto encanto. Al menos a la parte en la que la identidad de la ciudad te absorbe y te permite viajar a través de ella amparado en la muchedumbre. Me gusta el Metro. Nos iguala. Todo el mundo viaja en metro. Y a lo mejor por eso nadie se sorprende de la vestimenta o el peinado de la persona de al lado, ni le mira de arriba abajo por ser negro, chino, hippie, heavy, friki o simplemente normal. Estoy seguro que iría con un zapato de cada color y nadie me miraría extrañado. Esa sensación de no importarle al resto del mundo me encanta, y a la vez creo que al resto de la gente le retrae, le da sensación de soledad, de frío social. Quizás es que estemos acostumbrados a que todo el mundo opine de todo el mundo y lo juzgue, que incluso nos "ofende" que no lo hagan. Y es que nos aterra lo distinto.
A mí me aterra lo igual, lo producido en serie, y aquellos que pretenden que todo sea encasillado, catalogado, etiquetado. El Patito Feo no tiene cabida en su mundo. Me dan escalofríos aquellos que proclaman la superioridad de su raza, de sus ideas políticas, religiosas, culturales o sus tendencias sexuales por encima de la de los demás. También me dan un poco de pena, he de decirlo. ¿Acaso querrían vivir en un mundo donde sólo comieran un tipo de comidad, bebieran un tipo de bebida, siempre vistieran igual y leyeran el mismo libro una y otra vez? Que horror, que desperdicio para nuestra mente, tan llena de posibilidades.
Me gustan las grandes ciudades. Me gusta el metro de las grandes ciudades. Al menos me siento y conservo mi anonimato, nadie me mira de soslayo si estoy mal peinado, tengo ojeras o visto diferente a la media. Nadie me mira porque lea. Nadie me juzga. O al menos, yo no lo siento...
6 comentarios:
Yandros, que razón tienes. En las grandes ciudades puedes ser tú sin tener que dar explicaciones a nadie, sin necesidad de ser observado, juzgado... tú, sin más. Yo viví un tiempo en Londres y no me he sentido tan a gusto en ningún otro sitio. Nunca me sentí sola, bueno, a veces sí, como pasa en cualquier sitio, pero no sentí la soledad de la que habla la gente cuando hace referencia a las grandes ciudades. Tenía mi gente, mis amigos, compañeros de trabajo, de clase, y a la vez era anónima. Podía comprar en el supermercado una lasaña, una botella de agua y una manzana sin que pensaran... que triste, comprar sólo para ella, que sola debe estar.
Así que entiendo lo que dices, entiendo ese terror a lo igual, a que todos juzguen y sientan la necesidad de encasillarlo todo y a todos. Así que seguiré cogiendo el metro para sentirme, aunque sólo sea por un ratito, anónima.
A mí me encantan las grandes ciudades. Cada vez que bajo a Barcelona me enamoro un poquito más de ella.
Lo único en lo que no estoy de acuerdo es en eso de que nadie te mire en el metro, más bien al contrario, siempre hay mucho repaso y pensamiento critico rondando por todas las cabezas, eso sí, cualquiera puede ir como quiera porqué en la Gran Ciudad todo esta permitido, la suerte de la distancia.
Idenpendientemente de ser una gran ciudad o un pueblo pequeño, hace mucho que aprendí que cada uno debe ir como le venga en gana. Yo soy yo en Maracena, San Fernando, Marbella, Madrid, Barcelona, etc etc.
La seña de identidad es muy importante en este mundo donde abundan los clones y secuencias repetidas de gente vestida de la misma forma y con pensamientos e ideologías que cambian según las tendencias del momento.
Sé tú y da igual donde!!
Sorrow: Hay gente que prefiere estar rodeada de humanidad, aunque en el fondo se engañe y esté sola por dentro porque las relaciones que tiene con todo el mundo son superfluas, efímeras, insustanciales...Al menos la lasaña y la manzana no te engañan jajaja
Rebeca: A lo mejor es que a mí no me miran en el metro porque soy demasiado normal jajaja. Pero en fin, creo que esos pequeños vistazos no tienen comparación con las miradas de la portera del edificio de una ciudad pequeña como llegues un pelín borracho (recuerdos de la época estudiantil)
David: Éste que habla no es mi David, es el Señor Gómez, sentando cátedra como le corresponde a un licenciado de su categoría jajajaja.
Me quedo en mi Valencia, ciudad de mi corazón.
Recuerdo la sensación de opresión en un pueblo pequeño cuando a mi paso por una calle estrecha escuchaba cómo apartaban las persianas para observarme... y sin embargo qué bien se está en cualquier parte cuando no te sientes estudiado...
Saludos.
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